Quiero que mi coherencia como ilustradora sea la incoherencia
“Empecé a dibujar y seguí porque la gente decía que le gustaba, por pura vanidad”, confiesa Elisa Arguilé, cuyo trabajo en libros como Hasta (casi) cien bichos, junto a Daniel Nesquens, o La memoria del fuego, con Eduardo Galeano, la ha convertido en una de las ilustradoras de referencia en nuestro país. “Y luego pensé que sería un trabajo que me permitiría sentirme libre: podría trabajar en casa, sin jefe ni horario, podría bajarme a pasear al parque”, explicó la ilustradora, a la salida de los talleres de los VI Encuentros Literarios de Albarracín.
Aunque cree que “cuando dibujas te influye todo lo que has visto”, Arguilé siempre se ha sentido muy atraída por el arte primitivo, “y también por el arte del siglo XX, aunque los primeros ‘modernos’ me interesan más como ilustradores que como pintores”.
Elisa Arguilé, que publicará en junio su nueva colaboración con Daniel Nesquens, Mi familia, aspira a que “cada uno de mis libros sea distinto al anterior. Quiero empezar de cero y no encerrarme. Voy bebiendo de muchas fuentes distintas y las transformo. Yo quiero que mi coherencia como ilustradora sea la incoherncia”.
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